lunes, 5 de marzo de 2012

Jesuitas Destacados

1) San Ignacio de Loyola Fundador de la Compañía de Jesús (Loyola, Guipúzcoa, 1491 - Roma, 1556). Su primera dedicación fueron las armas, siguiendo la tradición familiar. Pero, tras resultar gravemente herido en la defensa de Pamplona contra los franceses (1521), cambió por completo de orientación: la lectura de libros piadosos durante su convalecencia le decidió a consagrarse a la religión. Se retiró inicialmente a hacer penitencia y oración en Montserrat y Manresa, donde empezó a elaborar el método ascético de los Ejercicios espirituales (1522). Luego peregrinó a los Santos Lugares de Palestina (1523). De regreso a España comenzó a estudiar (ya con 33 años) para poder afrontar mejor su proyecto de apostolado, en las universidades de Alcalá de Henares, Salamanca y París. Las primeras actividades de San Ignacio de Loyola difundiendo el método de los ejercicios espirituales le hicieron sospechoso de heterodoxia (asimilado a los «alumbrados» o a los seguidores de Erasmo): en Castilla fue procesado, se le prohibió la predicación (1524) y hubo de interrumpir sus estudios. En cambio en París (1528-34), donde se graduó como maestro en Artes (aunque no terminó los estudios de Teología), San Ignacio de Loyola consiguió reunir un grupo de seis compañeros a los que comunicó sus ideas y con los que sembró el germen de la Compañía de Jesús, haciendo juntos votos de pobreza y apostolado en la Cueva de Montmartre. Ante la imposibilidad de marchar a hacer vida religiosa en Palestina, por la guerra contra los turcos, se ofrecieron al papa Pablo III, quien les ordenó sacerdotes (1537). En los años siguientes se dedicaron al apostolado, la enseñanza, el cuidado de enfermos y la definición de una nueva orden religiosa, la Compañía de Jesús, cuyos estatutos aprobó el papa en 1540; San Ignacio de Loyola, cuyo fervor y energía inspiraban al grupo, fue elegido por unanimidad su primer general. La Compañía reproducía la estructura militar en la que Ignacio había sido educado, pero al servicio de la propagación de la fe católica, amenazada en Europa desde las predicaciones de Lutero; las Constituciones que Ignacio le dio en 1547-50 la configuraron como una orden moderna y pragmática, concebida racionalmente, disciplinada y ligada al papa, para el cual resultaría un instrumento de gran eficacia en la «reconquista» de la sociedad por la Iglesia en la época de la Contrarreforma católica. Aquejado de graves problemas de salud, San Ignacio de Loyola alcanzó a ver, sin embargo, en sus últimos años de vida, la expansión de la Compañía por Europa y América, con una fuerte presencia en la educación de la juventud y en el debate intelectual, en el apostolado y en la actividad misionera (destacando la labor en Asia de Francisco Javier). Muerto Ignacio, le sucedió como general de los jesuitas su más estrecho colaborador, el castellano Laínez. Fue canonizado en 1622 por Clemente XV.


2) Jean Daniélou Teólogo francés, autor de numerosas obras de historia de la iglesia primitiva, liturgia, ecumenismo y misionología. Hijo de Charles Daniélou, diputado y ministro durante la Tercera República, y de Madeleine Clamorgan, mujer de alto nivel intelectual y espiritual, realizó sus primeros estudios en su pueblo natal, para continuarlos luego en la facultad de Letras del Instituto Católico de París. En 1929 entró en el noviciado de la Compañía de Jesús de Laval, donde profesó el 21 de noviembre de 1931; fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1938. En 1941 llegó a París para preparar su doctorado en Teología en el Instituto Católico, en tanto que se desempeñaba como capellán del Grupo Católico de Letras, con el que empezó las peregrinaciones de estudiantes a Chartres; durante el mismo tiempo fue también capellán de la Escuela Superior Femenina de Sévres. En 1942 publicó su obra Le Signe du Temple ou de la Présence de Dieu, pequeño libro del cual él mismo dijo que contenía todo su pensamiento en forma embrionaria. Humanista y religioso a la vez, para sus dos doctorados -el de teología en el instituto Católico y el de Letras en la Sorbona- escogió un mismo tema: La doctrine mystique de saint Grégoire de Nysse. En 1943 sucedió al P. Lebreton en la cátedra sobre los orígenes del cristianismo en el instituto Católico de París. Hombre de diálogo y de convicción, supo unir a su tarea de profesor la de pastor. En 1944 fundó el Círculo de San Juan Bautista, que era un grupo de jóvenes con inquietudes misioneras del que Daniélou sería capellán y director espiritual; su objetivo era establecer relaciones amplias con los grupos no cristianos, para constituir comunidades cristianas sin que tuvieran que romper con su entorno cultural, algo así como hizo el primitivo cristianismo con las culturas semita, judeo-cristiana y greco-romana. Junto con el P. De Lubac, inició la colección "Sources chrétiennes", cuyo primer número fue La vie de Moïs, de San Gregorio de Niza. En 1961 fue constituido decano de la Facultad de Teología del Instituto Católico, y al año siguiente el Papa Juan XXIII le escogió como "perito" para el Concilio Vaticano II y trabajó en el documento de la Gaudium et Spes. Fue consagrado obispo en París el 21 de abril de 1969 y Pablo VI le nombró cardenal 28 de abril del mismo año. Desde ese cargo, sin dejar sus tareas habituales, se constituyó en la voz que proclamaba la fidelidad al evangelio, en aquellos años en que esa fidelidad estaba siendo debilitada por los "reduccionistas" y por los que, en la práctica, según su criterio, traicionaban al Concilio. De esta forma, Daniélou, que antes del Concilio se había mostrado como un "vanguardista", aparecía ahora, en el sentir de algunos, como un reaccionario. No obstante, él siempre afirmó que ahora, como antes, era un hombre libre y fiel al Evangelio, sin ceder a presiones de determinadas facciones o escuelas de pensamiento. En esta lucha perdió popularidad, pero aceptó esta realidad convencido de que ella era un efecto de su fidelidad a la iglesia. En 1972 sucedió al cardenal Tisserant como miembro de la Academia Francesa. Su producción literaria se puede distribuir en varios campos. El primero es el que se refiere a la historia de la Iglesia, más concretamente a las fuentes griegas y judías, y en él destacan obras como: Histoire des doctrines chrétiennes avant Nicée (3 vols.: "Théologie de judéo-christianisme", 1958; "Méssage évangelique et culture hellénistique aux IIe et IIIe siècle", 1961; y "Les origines du christianisme latin", 1978), que más que una historia de los dogmas en sentido tradicional es una historia de la cultura cristiana; Nouvelle Histoire de l'Église (1963) y Études d'exégèse judeo-chrétienne (1966). Su pensamiento en el campo de la misionología y del ecumenismo lo plasmó en estas obras dirigidas a la orientación del Círculo de San Juan Bautista: Le myustère du salut des nations (1945), Le Mystère de l'Avent (1948), L'essai sur le mystère de l'histoire (1953), Les saints païens de l'Ancient Testament (1956), Jean-Baptiste témoin de l'Ageau (1964), L'Église des apôtres (1970), Au commencement (1963), Les evangiles de l'enfance (1967), La résurrection (1969). En el campo de la espiritualidad son de mencionar las siguientes obras: L'oraison problème politique (1965), L'avenir de la religion (1968), Christianisme de masse ou d'élite (1968), Tests (1968), La foi de toujours et l'homme d'aujourd'hui (1969), Nouveaux tests (1970), La culture trahie par les siens (1972) y Pouquoi l'Église (1972).  



3) Matteo Ricci Nacido en Macerata, en los Estados Pontificios (actualmente en Italia), estudió en la escuela jesuita local y en 1568 se desplazó a Roma, donde comenzó estudios de derecho. En 1571 pasó a formar parte de la Compañía de Jesús. Fue alumno del también jesuita Cristóbal Clavio, con quien estudió matemáticas y astronomía.
En 1577 continuó sus estudios en la Universidad de Coímbra. Ese año solicitó formar parte de una expedición misionera a Asia, y en1578 se embarcó desde Lisboa con destino a Goa, enclave portugués en el este de India. Nunca volvería a Europa. Matteo Ricci continuó la misión jesuita en China de los misioneros que le habían precedido, entró en China, entonces bajo el gobierno de la dinastía Ming, ocultando su intención de propagar una religión extranjera. Se instaló en la ciudad de Zhaoqing, provincia de Guangdong, donde se dedicó a un estudio intenso de la lengua china. En Zhaoqing, Ricci elaboró el mapa Kunyu Wanguo Quantu, un mapamundi basado en los conocimientos cartográficos europeos. Este mapa fue la primera obra cartográfica en China que incluía territorios de Europa, África y América.
En 1589 se vio obligado a abandonar Zhaoqing, instalándose en Shaozhou, también en Guangdong. Allí enseñó matemáticas a intelectuales chinos, que de esta manera entraron por primera vez en contacto con la tradición matemática europea.
Su actividad misionera comenzó a tener éxito, y su conocimiento de la ciencia europea le dio fama en la zona. Además, Ricci adoptó la forma de vestir china, e intentó una adaptación del cristianismo a la realidad china. Esta actitud fue una fuente de conflicto con el Vaticano, que veía con reticencia cualquier intento de adaptar los ritos a las costumbres chinas en la evangelización de China. Ricci fue quien acuñó muchos de los términos cristianos utilizados aún hoy en día por los cristianos chinos, como 上帝 (Shāngdì, "Dios") y 天 (tiān, "cielo").
En 1595, ansioso por llevar el cristianismo a toda China, Ricci se instaló en Nanchang, provincia de Jiangxi. Aunque había intentado establecerse en la capital Ming, Pekín, no le fue autorizada la entrada, y permaneció primero en Nanchang y después en Nankín hasta el año 1601, cuando el emperador Wanli, habiendo oído las historias sobre el sabio europeo, le convocó a la corte imperial.
Matteo Ricci vivió en Pekín hasta su muerte en 1610.
4) San Pedro Claver Misionero jesuita español que desempeñó una vasta labor evangelizadora en Cartagena de Indias, bautizando y adoctrinando a los esclavos que llegaban de África. Canonizado por la Iglesia en 1888 y patrón de Colombia, es llamado, tal y como él mismo se definió, El apóstol de los negros o El esclavo de los negros. Hijo de los labradores Pedro Claver y Minguella y Ana Corberó, quedó huérfano de madre a los trece años de edad. Puesta de manifiesto su vocación religiosa, dos años después recibió la tonsura eclesiástica de manos del obispo de Vic en la parroquia de su localidad natal, Verdú. Se trasladó a Barcelona para iniciar estudios de gramática en el Estudio General de la Universidad. A mediados de 1600 o 1601, terminada la retórica, pasó al Colegio Jesuita de Belén para cursar filosofía. Allí decidió ingresar en la Compañía de Jesús, y el 7 de agosto de 1602 entró en el noviciado de Tarragona. Tras hacer los votos, fue enviado a Gerona para ampliar sus estudios de humanidades y luego, el 11 de noviembre de 1605, al colegio de Montesión en Palma de Mallorca para cursar filosofía. Allí trabó gran amistad con el portero Alonso Rodríguez, un anciano hermano lego que le imbuyó la inquietud misional. En 1608 se trasladó a Barcelona para estudiar teología. No pudo terminar los estudios, pues recibió una carta del Provincial, fechada el 23 de enero de 1610, por la que se le concedía el permiso para trasladarse a América, como era su deseo. Claver viajó hasta Tarragona para unirse a otros religiosos y seguir hacia Valencia y Sevilla, donde otros jesuitas se sumaron al grupo. Embarcó en el galeón San Pedro (perteneciente a la flota mandada por don Jerónimo de Portugal y Córdoba) que zarpó del puerto andaluz en abril del mismo 1610, y arribó a Cartagena. Desde allí Claver y sus compañeros emprendieron el camino a Santa Fe, remontando el río Magdalena y tomando luego el camino de Honda. Una vez la capital neogranadina se encontró con que no podía seguir los estudios de teología, pues faltaban profesores. Fue asignado al Colegio de la Compañía como coadjutor hasta 1612, cuando la llegada de nuevos religiosos le permitió proseguir dichos estudios. Claver fue enviado luego al noviciado de Tunja para la tercera aprobación, y finalmente al colegio de Cartagena, al que llegó en noviembre de 1615. Se ordenó subdiácono al mes siguiente y en 1616 recibió el diaconado y la ordenación sacerdotal. El nuevo jesuita fue enviado a ayudar al padre Sandoval, que tenía a su cargo la catequización de los negros. Sandoval tuvo que ir a Lima en 1617 y Claver hubo de ocuparse él solo de todo el trabajo. En 1618 se le unió un jesuita italiano, el padre Carlos de Orta, pero murió al año siguiente; afortunadamente, el padre Sandoval regresó a Cartagena en 1620. El 3 de abril de 1622 hizo Claver su profesión. Al pie de la fórmula de los votos consignó de su puño y letra “Petrus Claver, aethiopum semper servus” (“Pedro Claver, esclavo de los negros para siempre”). Era lo que quería ser y lo que siempre fue. El padre Claver ejerció su apostolado con total dedicación, siguiendo el procedimiento empleado por el padre Sandoval. Cuando el gobernador le anunciaba la llegada de un barco negrero, trataba de averiguar de qué región procedía su “carga”, con objeto de buscar los intérpretes adecuados para hablar con los esclavos. Los propietarios de esclavos se negaban a suministrarle intérpretes o ponían muchos obstáculos, motivo por el cual el Colegio de Cartagena terminó comprando un grupo de esclavos-intérpretes oriundos de diversas regiones de África para que ayudaran a Claver. El religioso pasaba con ellos al buque negrero, al que llevaba regalos como naranjas, limones, tabaco, pan o aguardiente. Bajaba a las bodegas y decía a los esclavos que estaba allí para cuidar de que los blancos les trataran bien; les aseguraba que no iban a matarlos, como a menudo creían, y les alentaba a abrazar la fe cristiana, para lo que debían instruirse. Luego preguntaba por los enfermos y los niños nacidos en la travesía, a quienes dedicaba sus cuidados de urgencia. Cuando le impedían subir al buque negrero, hacía lo mismo en los almacenes donde se hacinaban los esclavos. Claver repetía las visitas varios días, y dedicaba después varias horas a la catequesis por medio de los intérpretes. Esta labor solía hacerla en un patio, ante un cuadro de Jesús crucificado, y terminaba con el acto de contrición. Cuando los catecúmenos estaban bien instruidos procedía a bautizarlos, y luego les entregaba unas medallas de plomo que tenían impresos los nombres de Jesús y María. El padre Claver cuidaba también de los negros que vivían usualmente en Cartagena y hasta de los de la provincia, a los que dedicaba una misión anual por Pascua. Manifestaba especial preocupación por los enfermos, lisiados e indigentes, a los que hacía objeto de sus desvelos. Diariamente acudía a los dos hospitales de San Sebastián y San Lázaro, donde consolaba y curaba a los internados. En las cárceles atendía no sólo a los negros, sino también a presos diversos, como los protestantes de la isla de Slanta Catalina, que procedían de capturas realizadas por las naves españolas. El jesuita terminó por ser respetado por las autoridades cartageneras y por los mismos propietarios de esclavos, que temían verle aparecer. Vivía con extrema austeridad, durmiendo en una esterilla y comiendo frugalmente, y dedicado a sus rezos en los ratos libres. En 1651 Cartagena fue azotada por una epidemia. El padre Claver contrajo la enfermedad y le quedó como secuela una parálisis progresiva que, sin embargo, no fue obstáculo para que continuase visitando a los leprosos de San Lázaro, adonde se hacía conducir en mula, e incluso a los pocos esclavos que llegaban. A raíz de la independencia de Portugal en 1640 habían disminuido los barcos negreros, pues dicha nación había detentado el asiento. Se produjo entonces un vacío que duró hasta que volvió a organizarse el negocio de la trata. Pese a ello seguían llegando algunos barcos, como una embarcación con carga de esclavos ararais en 1651. Claver se hizo vestir y, ayudado de un bastón, fue al almacén donde se habían almacenado para la venta. Los instruyó durante varios días y bautizó a no pocos. El 6 de septiembre de 1654 enfermó de gravedad y al día siguiente se le dio la extremaunción. A su muerte, acaecida en la noche del 7 al 8 de septiembre de 1654, numerosos fieles habían ido a visitarle. Tuvo unas solemnes honras fúnebres y fue enterrado en la capilla del Santo Cristo, en la iglesia de la Compañía. El proceso de su beatificación empezó en 1658. En 1747 fue declarado Venerable por Benedicto XIV; fue beatificado en 1851 por Pío IX, y canonizado en 1888 por León XIII. Su fiesta se celebra el 9 de septiembre. Comentario: Pedro Claver era un jesuita que al entrar a estudiar el colegio Jesuita de Belén empieza su vida misionera ya que al graduarse él se une a la compañía de Jesús y empieza a predicar en muchos lugares como en Cartagena en Colombia y se le conoció también como el esclavo de los esclavos ya que el ayudaba a los esclavos mientras predicaba y expandía la palabra de Dios por medio de solidaridad hacia otras personas que necesitaban apoyo. 
5) Wlodimir Ledochowsk   Nació en una finca familiar, Sitzenthal, en Loosdorf, cerca de St. Pölten (Baja Austria), fue hijo del conde Antoni Halka Ledochowski, y descendiente de la familia Ledochowski. Su tío fue Mieczysław Halka Ledochowski, sus hermanas, la santa Úrsula Ledóchowska y la beata Maria Teresia Ledóchowska, y su hermano, Ignacy Kazimierz Ledochowski, un general del ejército polaco. Estudió en el Theresianum en Viena y durante un tiempo fue paje de la Emperatriz. Estudió Derecho en la Universidad de Cracovia y luego comenzó estudios para el sacerdocio secular. Mientras asistía a la Universidad Gregoriana, decidió hacerse jesuita y entró en la Compañía en 1889. Cinco años más tarde fue ordenado sacerdote jesuita. Al principio se dedicó a escribir, pero pronto se hizo Superior de la residencia de los jesuitas en Cracovia y Rector del Colegio. Se convirtió en el Vice-Provincial de Polonia en 1901 y Provincial de Galitzia en 1902. Desde 1906 hasta febrero de 1915 fue auxiliar de los jesuitas en Alemania. Después de la muerte de Franz Xavier Wernz, de 49 años de edad, fue elegido el 26º general de la compañía de Jesús el 11 de febrero de 1915, en la segunda vuelta. A pesar de la convulsión de la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, la Compañía creció durante el período de Ledochowski. Convocó a la 27ª reunión general de los jesuitas que tuvo lugar en Alemania para dar a conocer a la Sociedad con el nuevo código de Derecho canónico (publicado en 1917) y para que las Constituciones jesuitas pudieran estar en consonancia con él. El análisis realizado por Emma Fattorini de los archivos vaticanos del período han mostrado el papel importante que el P. Ledochowski jugó en la redacción de la encíclica contra el comunismo, Divini Redemptoris pero también los obstáculos que puso para que Pío XI no publicara otra encíclica destinada a condenar el antisemitismo.  
6) San Pedro Canisio Holandés de origen, hijo de ricos burgueses de Nimega, Pedro Canisio nació en el año de l52l, cuando, por una parte, Lutero rompía abiertamente con Roma, y por otra parte Ignacio de Loyola, herido en el sitio de Pamplona, rompía definitivamente con el mundo: doble cincidencia providencia, si se observa que el recién nacido iba a ser a la vez el primer hijo de San Ignacio en Alemania y el más temible de los adversarios de Lutero. La muerte prematura de su madre, Egidia, marcó el alma del niño con un recuerdo imborrable: antes de expiar, la piadosa mujer hizo que todos los suyos prometieran permanecer inviolablemente fieles a la religión catótica. Después de una formación literaria y filosófica primeramente en Arnheim, luego en Colonia, desde la edad de l9 años, el joven conquistó el grado de Maestro en Artes. También a esa edad buscaba él su camino hacia el porvenir. Es entonces, que refiere él mismo en sus Confesiones, cuando una voz misteriosa se hizo oíi en su oído: “Ve, enseña el Evangelio a toda creatura”. Resuelto, desde ese momento, a consagrarse al apostolado, comenzó por hacer voto de virginidad. Por condescender con los deseos de su padre, aceptó una canongía en Colonia, pero sin pretender ningún beneficio aclesiástico. Consintió en comenzar sus estudios de derecho, tanto civil como canónico; “pero -----agrega él mismo----- la teología mística y la verdad espiritual tenían mayor atrractivo para mi corazón, pues mi alma encontraba allí más substancia, un alimento más rico”. Bajo la dirección de un sacerdote eminente, Nicolás van Esche, en relación con el prior de los cantujos Juan Laudsperge, el joven clérigo se empeño desde esta época en el camino de la perfección cristiana, entregándose a la vez a importantes trabajos, pues una edición de las obras de Taulero, publicada en ese momento, lleva la firma de Pedro de Nimega, que a pesar de ciertas objeciones, probablemente debe identificarse con Pedro Canisio. Decisivo fue el encuentro, en Maguncia, con uno de los primeros compañeros de San Ignacio, Pedro Fabre. Al concluir los ejercicios espirituales que hizo entonces, Pedro Canisio pisió su admisión en la Compañia de Jesús. Ordenado diácono en l544, y bachiller en teología, se inició en el misterio apostólico simultáneamente bajo diversas formas: cursos en la Universidad, predicaciones, ediciones o traducciones de obras teológicas. Luego, sin esperar más, se vio en lucha con el protestantismo. El arzobispo de Colonia, Hernann de Wied, estaba secretamente comprometido con la herejía. El joven diácono de 24 años fue el encargado de hacer las debidas representaciones ante el emperador Carlos V y su tío Jorge de Austria, arzobispo de Lieja, para obtener la deposición del apóstata y su substitución por un prelado digno. Ordenado sacerdote en l546, el Padre Canisio fue inmediatamente distinguido por el Cardenal Otón-Truchsess, obispo de Augsburgo, que quiso hacerlo su teólogo cuando se le convocó para el Concilio de Trento. Con varios de sus hermanos de religión -----Laínez, Salmerón, Covillon y Le Jay----- a Canisio se le encargó la preparación de las definiciones dogmáticas relativas a los Sacramentos. Transferido muy pronto el Concilio a Bolonia, y luego aplazado, Canisio fue llamado a Roma por San Ignacio de Loyola, impaciente de conocer al brillante súbdito en el que fundaba grandes esperanzas para el porvenir de su Orden en Alemania. Tras de algunas semanas de intimidad con el santo fundador, y luego de algunos meses en Mesina enseñando retórica, el religioso fue admitido a la profesión solemne: hora jubilosa cuyas impresiones él mismo anota: “Ocultando a mi vista, por algunos instantes, el abismo sin fondo de mi indignidad, Vos, oh Jesús, me habéis mostrado cómo en Vos y por Vos se operan tales prodigios de la Gracia que nadie se atreverá jamás a revelar si no quiere exponerse al reproche de presunción. ¿Quién osaría decir, aun teniendo de ello conciencia con toda humildad, que Vos lo habéis escogido como un vaso de elección para llevar vuestro nombre a los pueblos y a los reyes? . . . ¡Y Vos, oh Divino Redentor, me habéis entreabieto vuestro sagrado Corazón, y me habéis permitido hundir en él mis miradas; Vos me habéis invitado a abrevar allí las aguas de la salvación, y ordenado beber en esta sagrada fuente!” El campo de apostolado que la obediencia le asignó era precisamente aquel al que lo llevaban sus secretas aspiraciones: Alemania. A fin de estar en mejores condiciones de luchar contra los predicadores de la Reforma, se armó, en Bolonia, con el grado de doctor en teología. Fue en la Universidad de Ingolstadt donde, a petición del suque de Baviera, se estableció desde luego Canisio con otros dos jesuitas, Le Jay y Salmerón. Muy pronto lo reclama Viena, donde el rey Fernando pensaba hacerlo obispo. Con la autorización de San Ignacio aceptó administrar la diócesis justamente durante un año. En Praga, en seguida, a pesar de la hostilidad de los husitas, fundó un gran colegio. En l556 San Ignacio erigió la provincia de Alemania comprendiendo también los territorios de Austria y de Bohemia; y Canisio fue su primer titular: embrión de provincia que no contaba entonces sino con tres colegios -----Ingolstadt, Viena, Praga-----, pero que bajo el impulso de su provincial adquirió tal ímpetu que al cabo de catorce años, en el mismo territorio, la Compañia comprendía tres provincias, cada una con su noviciado, su escolasticado, muchos colegios y numerosas casas de misioneros. En el coloquio de Worms (l557), donde se enfrentaron protestantes y católicos, canisio supo muy hábilmente poner en contraste las variaciones y las divisiones que caracterizaban al protestantismo con la unidad de doctrina y de disciplina que seguía siendo la regla del catolicismo. Luego, en la Dieta de Augsburgo (l566) se dedicó con gran éxito a resolver el conflicto entre el Papa Pío IV y el Emperador Fernando. Habiendo ido a Roma para la elección del sucesor de San Ignacio a la cabeza de la Compañia de Jesús, Pío IV le confió a Canisio el cargo de Nuncio Apostólico con misión especial de promulgar y de hacer aplicar los decretos del Concilio de Trentoen Alemanis y en los Países Bajos. (l565-l566). Sin embargo, el gobierno le pesaba. Después de trece años de provincialato obtuvo por fin el ser descaargado de él para poder consagrarse más enteramente a la obra que acababa de confiarle el Papa San Píio V: la refutación de las “Centurias de Magdeburgo”, historia eclesiástica tendenciosa y falcsificada, emprendida desde hacía algunos años por los protestantes (l567). Retirado en el colegio de Dillengen, del que su propio hermano Thierry era el rector, dividió su actividad entre los trabajos de la predicación y los de escribir. Trabajo encarnizado, tanto más cuanto el autor, concienzudo y exigente hasta el exceso, se imponía la tarea de encontrar documentos y referencias y luego se dedicaba a recomponer constantemente sus escritos. A pesar de la ayuda que le proporcionaba todo un equipo de colaboradores, su salud se agotaba en tal batalla. Además, su provincial juzgó que el talento y el celo del santo religioso se emplearían más útilmente en publicaciones menos extensas y en lengua alemana que en la composición de obras doctrinales voluminosas y en latín (l578). Y cuando el obispo de Vercelli proyectó la fundación de un colegio en Friburgo, en Suiza, Canisio fue el designado para realizarlo (l580). Una vez organizado el colegio y cedida a otro la dirección, Canisio se entregó a una vida totalmente apostólica: domingos y fiestas, predicaciones en la Catedral de San Nicolás; y entre semana, catecismo a los niños, instrucción a los pobres y a obreros, visitas a enfermos y encarcelados. Abrió escuelas para el pueblo y fundó bajo la invocaión de la Santísima Virgen dos Congregaciones, una de hombres y la otra de mujeres. La irradiación de su santidad hizo todavía más que su acción directa: consagraba a la oración cuatro horas y hasta siete diarias. Más de una vez sus superiores tuvieron que invitarlo a más moderación y prudencia en la penitencia y la mortificación. Gracias a él, el Cantón de Friburgo fue preservado de la herejía y aun hubo en él un verdadero renacimiento de la piedad católica. Clavado por la enfermedad, seguía escribiendo, considerando esto como uno de los mejores instrumentos del apostolado. El superior general de la Compañia, el P. Aquaviva, le pidió que consignara por escrito los frutos de su experiencia, para que los alumnos del Colegio germánico la aprovecharan tanto para su santificación personal como para prepararse al apostolado. Al Prevoste del capítulo de Friburgo el santo religioso le comunicaba sus observaciones sobre el estudio de la teología el joven Francisco de Sales recurrió a sus consejos. El final de Pedro Canisio fue digno de una vida tan bien empleada y marcada con la más auténtica santidad: “Bendecid conmigo al Buen Dios, le escribía a uno de sus hermanos de religión. El visita a un pobre viejo para enseñarle a orar. Una persona hidropesía me impide subir al altar y me retiene en mi cuarto, condenado a ser servido por mis hermanos: ¡heme aquí impotente e inútil en una casa en que el trabajo abunda!” Su agonía se prolongó durante cuatro meses sin cansar su paciencia: “Los dolores aumentaban: Dios sea alabado y los dolores aumentaban: Dios sea alabado y dénsele gracias”. Y cuando el Padre Rector fue a decirle: “Padre Pedro, el tiempo ha pasado; he aquí que Jesús viene a vos”, “Presente”, respondió el moribundo. Expiró esa misma tarde, el 2l de diciembre de l597. Venerado desde luego como un santo, reputación que numerosos milagros obrados junto a su tumba acreditaron rápidamente, no fue, sin embargo, beatificado oficialmente antes de l864, y luego canonizado y puesto en el rango de Doctores de la Iglesia en l925.  


7) Pedro Fabro Dominico español del siglo XIII, nacido en la histórica localidad palentina de Frómista, hacia el año 1175. Su nombre era Pedro González, pero tradicionalmente es conocido como San Telmo. Era sobrino del obispo de Palencia, y fue enviado a estudiar a la reciente y primeriza universidad de Palencia, en donde destacó por su inteligencia preclara Muy joven aún, fue nombrado canónigo de la Catedral de Palencia, y, en seguida, por designación de Roma, elevado a la primera dignidad después del obispo: el Deanato. Un sencillo hecho cambiaría el rumbo de su vida: el ridículo que sintió ante sus convecinos por la caída de su caballo en el barro de una de las plazas de la ciudad, el primer día que paseaba como Deán, ricamente engalanado. Decide entonces cambiar de estado e ingresa en la recién fundada Orden dominicana. Estudió teología y se convirtió en predicador incansable. En la vida religiosa, fue forjándose en un gran espíritu de fe, de oración y de celo apostólico. Fue consejero del rey Fernando III el Santo, y se dedicó en su misión apostólica a ayudar a los necesitados, y de un modo especial en Galicia y Portugal, a la atención de los marineros. La gran devoción a él de los hombres de la mar, con el nombre de San Telmo, se debe a que una tormenta se calmó a la invocación de su nombre. Con fama de santo, murió en Tuy en el año 1246. Su culto inmemorial, como protector de los que corren peligro en el mar, fue confirmado por Benedicto XIV en 1741.


8) Wlodimir Ledochowsk Nació en una finca familiar, Sitzenthal, en Loosdorf, cerca de St. Pölten (Baja Austria), fue hijo del conde Antoni Halka Ledochowski, y descendiente de la familia Ledochowski. Su tío fue Mieczysław Halka Ledochowski, sus hermanas, la santa Úrsula Ledóchowska y la beata Maria Teresia Ledóchowska, y su hermano, Ignacy Kazimierz Ledochowski, un general del ejército polaco. Estudió en el Theresianum en Viena y durante un tiempo fue paje de la Emperatriz. Estudió Derecho en la Universidad de Cracovia y luego comenzó estudios para el sacerdocio secular. Mientras asistía a la Universidad Gregoriana, decidió hacerse jesuita y entró en la Compañía en 1889. Cinco años más tarde fue ordenado sacerdote jesuita. Al principio se dedicó a escribir, pero pronto se hizo Superior de la residencia de los jesuitas en Cracovia y Rector del Colegio. Se convirtió en el Vice-Provincial de Polonia en 1901 y Provincial de Galitzia en 1902. Desde 1906 hasta febrero de 1915 fue auxiliar de los jesuitas en Alemania. Después de la muerte de Franz Xavier Wernz, de 49 años de edad, fue elegido el 26º general de la compañía de Jesús el 11 de febrero de 1915, en la segunda vuelta. A pesar de la convulsión de la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, la Compañía creció durante el período de Ledochowski. Convocó a la 27ª reunión general de los jesuitas que tuvo lugar en Alemania para dar a conocer a la Sociedad con el nuevo código de Derecho canónico (publicado en 1917) y para que las Constituciones jesuitas pudieran estar en consonancia con él. El análisis realizado por Emma Fattorini de los archivos vaticanos del período han mostrado el papel importante que el P. Ledochowski jugó en la redacción de la encíclica contra el comunismo, Divini Redemptoris pero también los obstáculos que puso para que Pío XI no publicara otra encíclica destinada a condenar el antisemitismo.  



9) Baltasar Gracián (Belmonte de Calatayud, España, 1601-Tarazona, id., 1658) Escritor y jesuita español. Hijo de un funcionario, estudió en un colegio jesuita de Calatayud y en la Universidad de Huesca, tras lo cual ingresó, en 1619, en la Compañía de Jesús, probablemente en Tarragona, donde se encontraba el noviciado de la provincia. Se dispone de escasa información sobre su vida entre esta fecha y 1635, año de su ordenación sacerdotal. Se sabe que en 1628 se encontraba en el colegio de Calatayud, donde es presumible que ejerciera como docente, y que su posterior paso por el colegio de Huesca le permitió entrar en contacto con medios muy cultos. Dotado de gran inteligencia y de una elocuencia a la vez rica y límpida, a partir de 1637 se dedicó en exclusiva a la predicación. En Zaragoza fue nombrado confesor del virrey Nochera, a quien acompañó a Madrid, donde residió por dos veces entre 1640 y 1641, por lo que frecuentó la corte y trabó amistad con el célebre poeta Hurtado de Mendoza. Después de una corta estancia en Navarra con el virrey, ambos se dirigieron a Cataluña para sofocar la revuelta. En 1642, Nochera murió violentamente como consecuencia de su oposición a la sañuda política represiva que había adoptado la Corona en Cataluña. Ejerció por un tiempo de secretario de Felipe IV, tras lo cual fue enviado, en parte como castigo de la Compañía por sus ideas y escritos, a combatir contra los franceses en el sitio de Lérida (1646). Su obra más conocida, El criticón, apareció en 1651, firmada por García de Marlones, anagrama de su nombre, disimulo que no pudo evitar el agravamiento de sus problemas con la Compañía de Jesús, que le aplicó una sanción ejemplar. Poco después se trasladó a Zaragoza como catedrático de la Universidad. En 1650 había empezado a preparar El comulgatorio (publicado con su apellido en 1655), obra que comprende cincuenta meditaciones para la comunión y constituye una valiosa muestra de oratoria culterana. De carácter orgulloso e impetuoso, y, sobre todo, mucho más hombre de letras que religioso, Gracián optó por desobedecer de nuevo a la jerarquía y publicó las partes segunda y tercera de El criticón (1653 y 1657), bajo el nombre de su hermano, Lorenzo de Gracián. El segundo volumen no le costó más que una nueva amonestación de los jesuitas, pero la aparición del tercero supuso su caída en desgracia. El padre Piquer, rector del colegio jesuita de Zaragoza, lo castigó a ayuno de pan y agua, y, tras desposeerle de la cátedra que ostentaba, lo desterró a Graus. El mismo año de 1657 apareció la Crítica de reflexión, violento alegato contra él, firmado por un autor levantino. Parcialmente rehabilitado, se instaló en Tarazona, donde su petición de ingresar en una orden monástica le fue denegada por la Compañía. La concepción pesimista sobre el hombre y el mundo predomina en sus primeras obras: El héroe (1637), El discreto (1646) y Oráculo manual y arte de prudencia (1647), en las que da consejos sobre la mejor manera de triunfar. El estilo de Gracián, considerado el mejor ejemplo del conceptismo, se recrea en los juegos de palabras y los dobles sentidos. En Agudeza y arte de ingenio (1648) teorizó acerca del valor del ingenio y sobre los «conceptos», que él entiende como el establecimiento de relaciones insospechadas entre objetos aparentemente dispares; el libro se convirtió en el código de la vida literaria española del siglo XVII y ejerció una duradera influencia a través de pensadores como La Rochefoucauld o Schopenhauer. La obra cumbre de su producción literaria, El criticón, emprende el ambicioso proyecto de ofrecer una amplia visión alegórica de la vida humana en forma novelada. Sus dos protagonistas, Andrenio y Critilo, son símbolos, respectivamente, de la Naturaleza y la Cultura, de los impulsos espontáneos y de la reflexión prudente. Como Gracián parte del supuesto barroco de que la Naturaleza es imperfecta, Critilo es quien salva a Andrenio de las asechanzas del mundo y lo conduce luego a la isla de la Inmortalidad, a través de una serie de lugares alegóricos.  

10) José María Rubio Nació en Dalias (Almería) el día 22 de julio de 1864, el mayor de doce hermanos del matrimonio compuesto por don Francisco y doña Mercedes, campesinos. En su pueblo natal acudió a la escuela y, después de las clases, le gustaba leer las vida de santos. Con diez años, un canónigo, José Maria, tío suyo. Le hizo estudiar en un instituto de bachillerato en la capital, pero, viendo que tenia vocacional sacerdotal, lo envió al seminario diocesano de Almería. En 1879 se traslado al seminario de San Cecilio, en Granada, donde terminó los estudios filosóficos, los cuatro de teología y dos de derecho canónico, siendo alumno aventajado de otro canónigo, don Joaquín Torres, quien al pasar a Madrid, se llevo consigo a José Maria. En 1887 lo inscribió en el seminario diocesano de la inmaculada y de San Dámaso, de Madrid, y el 24 de septiembre de ese mismo año fue ordenado sacerdote, incardinado en esa diócesis. Celebro su primera misa el 8 de octubre siguiente en la entonces catedral de San Isidro, en la capilla de la Virgen del Buen Consejo. El 1 de noviembre de 1887 fue nombrado coadjuntador de la parroquia de Chichón (Madrid), donde en tan solo nueve meses empezó a tener fama de santo, mientras continuaba haciendo dos cursos facultativos de teología en el seminario, para obtener en 1888 la licenciatura en derecho canónico en 1897. Antes del amanecer ya estaba en la iglesia orando, y dedicaba a todos por su austeridad y pobreza y por su caridad con los mas pobres. El 24 de septiembre de 1889 fue nombrado administrador parroquial de Estremera (Madrid); en su apostolado parroquial se caracterizo por compaginar su vida de oración con la atención a los pobres y enfermos, dando cuanto tenia a los demás. Se dejo convencer para presentarse a unas oposiciones de canónigo en Madrid, que perdio, y a consecuencia de eso fue nombrado profesor de latín, filosofía y teología pastoral en el seminario madrileño; por ellos tuvo que trasladarse a la capital de España. Fue nombrado notario del obispado y mas tarde encargado del registro. Se le designo tambien capellan de las religiosas. Bernardas y como tal permanecio durante trece años; este cargo le facilitaba entregarse a un intenso apostolado, que seria la característica principal de toda su vida: atendia a muchísimas personas en el sacramento de la penitencia como excelente confesor, daba catequesis a niños pobres, en las «escuelas dominicales»; se dedicaba a los «traperos», «parados» y a los llamados «golfos», y a la vez dirigia continuamente tandas de ejercicios espituales. Pasaba muchas noches en oración. Quienes le veían celebrar la misa decían: «Parece que habla con alguien». En 1904 peregrino a Roma y Tierra Santa. Le impresionaron para siempre las dos visitas. De Roma, el Papa Pio X, las catacumbas y la tumbas de Pedro y Pablo; y de Jerusalén, el santo Sepulcro y el Calvario. Siendo sacerdote diocesano secular, tenia una gran admiración por la Compañía de Jesús. SE llamaba a si mismo «jesuita de afición». Toda su vida se centraba en «cumplir la voluntad de Dios». Y el 11 de octubre de 1906 entro en el noviciado de la compañía de Jesús de Granada. Hizo sus primeros votos el 12 de Octubre de 1908 y permaneció en Granada para profundizar en sus estudios teológicos, mientras a la ves predicaba misiones populares y daba tandas de ejercicios espirituales. Seguidamente trabajo en obras apostólicas en la residencia jesuítica de Sevilla, dirigiendo en la congregación mariana de jóvenes, la comunión reparadora de los militares, el apostolado de la oración, las conferencias de San Vicente de Paúl y una escuela vespertina para obreros. Atendía también el confesionario de la Iglesia y la predicación a los miembros de la Adoración nocturna. Era exigente, pero siempre con dulzura. «Se cazan mas moscas con una gota de miel que un barril de vinagre», decía con gracia. En Septiembre de ese año se traslado a Manresa (Barcelona) para su «tercer año de probación», desde donde fue destinado a Madrid, y allí, el 2 de Febrero de 1917, emitió sus votos perpetuos. Desde entonces Madrid fue el campo de su intenso apostolado. Vivía en la residencia jesuítica de la calle de la Flor y era buscado y requerido por todo el mundo. Con sotana y roquete, la cabeza ligeramente inclinada, irradiaba tal bondad que atraía sobrenaturalmente. Aunque no hablaba retóricamente como otros oradores, sin embargo sus sermones atraían a la gente y convencía por que vivía lo que predicaba. Repetía como lema:«Haced lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace». Organizo, predico y atendió distintas personalmente distintas misiones populares en distintos pueblos de Madrid. Espiritualmente vivió una temporada de escrúpulos, pero eso no le impidió dedicarse a promover obras de apostolado que hicieran bien a cuanta más gente pudiera; por eso su fama de santidad era extraordinaria en todo el Madrid de su Tiempo. Intentó fundar «los discípulos de San Juan» e incluso fue sometido a un registro policial acusado de crear un nuevo instituto religioso. Cuando los superiores le prohibieron esta actividad, lo acepto de buen grado diciendo «No busco mas que cumplir la santísima voluntad de Dios» Cuando le removieron de su cargo de director de las Marías de los Sagrarios y de un boletín del Sagrado Corazón, manifesto: «Debo ser tonto. No me cuesta obedecer» Mientras tanto, había que permanecer mas de tres horas en la fila para confesarse con él. Atendía a todos por igual y por orden, lo mismo a marquesas que a pobres. Gozaba de dones místicos e incluso de gracias sobrenaturales especiales, como el don de profecía y de videncia. Comprobaron que estuvo a la vez y a la misma hora en el confesionario y visitando a un enfermo. Escuchaba íntimamente llamadas de socorro a distancia y hasta el aviso de una madre fallecida, para ir a atender a su hijo incrédulo. Un día de carnaval, un grupo de comparsa le había preparado una trampa, llamándolo a una casa de citas para administrar los últimos sacramentos a un enfermo. Uno de ellos, en la cama se hacia pasar por moribundo para que se rieran los demás y dar ocasión de fotografiar al Padre Rubio en esta ocasión «ridícula». Al entrar el en el prostibulo con intención de atender al enfermo, descubrió que estaba realmente muerto. Fue tal la impresión que dos miembros de aquel grupo se hicieron religiosos poco después. Ejercio su ministerio pastoral con una dimensión social en los suburbios más pobres de Madrid, singularmente en el de La Ventilla, donde los movimientos revolucionarios soliviantaban a la clase obrera. Fundó escuelas, predicó la palabra de Dios y fue formador de muchos cristianos que morirían mártires durante la persecución religiosa en España. Su testamento, en una charla a las «Marias de los sagrarios», fue exhortar a realizar una «liga secreta» de personas que vivieran la perfección en medio del mundo, promoviendo asi una forma de consagración que mas tarde se concretaria en los intitutos seculares. Presintió su propia muerte y hasta llego a despedirse de sus amigos. A finales de Abril de 1929, viéndolo debilitado por su intenso trabajo y por su dolorosa enfermedad, los superiores lo trasladaron al noviado de Aranjuez para que reposara. Alli, después de haber rot, por humildad, sus apuntes espirituales, decia: «Señor, si quieres llevarme ahora, estoy preparado». «abandono, abandono». Tres dias después de su llegada, el 2 de mayo de 1929, en una angina de pecho. En todo Madrid no se hablaba de otra cosa: «Ha muerto un santo». Miles de personas asistieron a su funeral inhumados en el cementerio del mismo noviciado, pero en 1953 fueron trasladados a la nueva Casa de Profesa de Madrid Fue beatificado en Roma por el Papa Juan Pablo II el 6 de Octubre de 1985. Sus reliquias estan en el claustro de una casa de la Compañía, junto a la Iglesia parroquial del Sagrado Corazon y San Francisco de Borja, y su memoria liturgica se viene celebrando el 4 de Mayo.  


Bibliografía: 
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/ignacio.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/San_Ignacio_de_Loyola 
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/danielou.htm
http://www.infobiografias.com/biografia/28573/beato-Pedro-Fabro.html
http://www.labiografia.com/ver_biografia.php?id=8734
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/pedro_canisio.htm
http://www.es.catholic.net/sacerdotes/564/2763/articulo.php?id=25373
http://es.wikipedia.org/wiki/Wlodimir_Ledochowski
http://www.congregacionmariana.org.co/index.php?option=com_content&view=article&id=156&Itemid=42  
http://multimedios.org/docs/d001484/
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/suarez_francisco.htm
http://www.articuloz.com/biografias-articulos/francisco-suarez-2096999.html
http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=23359

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